Stalkeo

Algunas madrugadas me quedo mirando las fotos en Facebook de gente de la que fui amigo pero no veo más. Imagino las situaciones en las que se sacaron las más viejas que tengan de perfil o portada. Busco en el pasado porque tengo una fijación con una época durante mi adolescencia en la que ‘estaba de moda’ poner frases como pie de foto. Suelo buscar una relación entre la imagen, la frase y el momento que atravesaba esa persona, y me valgo de mi imaginación para rellenar lo que no conozca. A veces nacen ideas para cuentos, pero no es esa la razón por la cual reviso el perfil de alguien a quien quizás ya ni salude. En realidad, no sé muy bien por qué lo hago, es como una inercia que se da cuando scrolleo las redes sociales buscando algo que apague la voz de la conciencia. Esa que grita de madrugada en la penumbra de mi habitación donde estoy acostado y no me puedo dormir.

Hay algo curioso en esta costumbre y me avergüenza aún más que reconocerme stalker. Tengo una historia para cada foto que me llamó la atención, o me gustó. Me imagino que dialogo con esa persona, y hasta le descubro miserias y angustias a través de sutiles mensajes. El método que empleo es descartar la frase del pie de foto, porque es justamente la imagen que quiso dar quien la subió. Constituye la alimentación del avatar virtual que quiere crear, uno que nunca muestra sus angustias reales. Entonces, busco detalles. Algo que me diga algo. Y sigo mi marcha, interactuando con lo que imagino que fue alguien hace 6 años. En algún momento de todo ese camino, se me genera un nudo en el pecho que soporto un ratito hasta que se vuelve insoportable. En ese momento dejo el celular y me acuesto a dormir. Ahí si puedo dormir.

Ahí si puedo porque entiendo lo que después olvidaré otra madrugada. Yo quiero evitar mi propia voz por miedo a la angustia, pero termino angustiado y escuchándome igual. Utilizo de excusa personajes que se creó gente que quiero para inventarles historias e interactuar con esto que no son pero tiene su rostro. Utilizo la tercera persona donde debiera ir la primera, porque en realidad hablo de mi.
Y me imagino que en ese instante, en algún lugar del mundo, alguien utiliza lo que subí a Facebook para reprocharse cosas mientras se come el verso que soy mis publicaciones.
Y me duermo abrazado a la amohada y al empate miserable que son las redes sociales, donde perdemos todos.

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