Publishing Day

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El Complot.

Publicado el dossier digital: PRÓXIMA ESCENA de Instituto Cultura Contemporánea — Julio 2021

Querida vos,

Hoy vi a un artista callejero en el semáforo. Él hacía girar su pelota en la punta de una sombrilla, la elevaba en lo alto de su cabeza para que los autos de hasta atrás la vieran. Cuando cada elemento estaba en su lugar liberaba sus manos para poner en el aire las clavas y empezar con los malabares. Todo eso en los segundos entre la luz roja, la amarilla, la verde. Por un instante, la pelota giraba, la sombrilla creaba la escena y las clavas quedaban suspendidas en el aire. La sonrisa del protagonista se transparentaba inmutable, cálida y genuina detrás del barbijo. Por otro lado, el pie derecho marcando un ritmo constante, un pulso interno que parece ser el que mantenía todo funcionando como un reloj. Los habitantes de los autos mutamos de impacientes conductores y pasajeros a espectadores activos, hacemos muecas y fuerzas internas para que nada se caiga. Somos la sombrilla, la pelota, las clavas, somos el pie derecho. Si hubieses estado ahí conmigo, habrías reparado en algún detalle más valioso, seguro aplaudirías, y definitivamente hubieras sido su pie izquierdo. El semáforo pasa a verde, los autos salimos del trance y avanzamos como si nos llevara el diablo, volvemos a ser los autómatas de siempre.

Por un instante pienso que al artista le falló el cálculo, se quedó demasiado y ha llegado tarde a la recolección de colaboraciones, apenas si alcanzó a cazar un billete al vuelo y salir corriendo entre los autos y los bocinazos, pero no. No le falló nada, él quiso quedarse ahí por un momento más en el equilibrio perfecto, en el punto exacto en el que el mundo es suyo, controla todo y lo hace más bello, más jugado, más divertido y poético, incluso hasta un poquito más justo. El preciso instante en el que su deseo es saciado.

Agentes (culturales) de cambio

Pensaba en vos, en mí, en nosotros y en lo que hacemos. Podemos estar más o menos formados, ser más hacedores, idóneos o académicos, o los creativos del grupo; podemos ser más gestores de ensayo o de cancha. Eso sí, las personas que habitamos y militamos este ámbito creativo y de la cultura ( al menos las que conozco y/o he leído) nos movemos desde alguna fibra del deseo y eso me genera un cosquilleo maravilloso, orgulloso diría, que no puedo soltar. A la vez hoy es uno de los motivos de mi insomnio tan recurrente en los últimos 14 o 15 meses (por cierto, estoy segura de que envejecí 14 o 15 años). Le tengo miedo a la neurosis que el no poder satisfacer lo que deseamos, está despertando.

Repasemos: desear implica a) que se busca algo que hoy no existe en la realidad, es decir estamos pidiendo un cambio de estado, un algo diferente a lo que hay, tenemos o existe hoy; b) por tanto consideramos que ese cambio es posible o al menos le vemos probabilidad aunque sea en un plano imaginario y de fantasía, la vemos, le podemos dar forma a ese deseo en nuestras mentes y -¿por qué no?- en algún rincón medio sano de nuestros corazones. Sentimos la sensación que esa posibilidad nos provoca; c) creemos que hay algo que podemos hacer, que está en nuestras manos para acercarnos a lo deseado, aunque sea un hermoso delirio para otras.

El trabajo cultural es un proceso transformador que implica una mirada y una postura política en vínculo con las demandas / expectativas de los territorios y las comunidades en las cuales se interviene, subraya Marcela País Andrade en De la Cultura al Feminismo. Si nos movemos y creamos nuevas realidades desde el deseo por esa transformación, ¿qué pasa si ya no podemos imaginarnos ese cambio aunque sea minúsculo en la realidad como una posibilidad?. ¿Qué pasa si los coletazos de lo que estamos atravesando nos han sacado las ganas, la capacidad o la esperanza que el desear implica y ni siquiera nos hemos dado cuenta? ¿ y si la neurosis nos está carcomiendo a las y los agentes culturales por no poder llegar, por no concretar desde hace meses? ¿Perdimos la capacidad de desear o estamos más deseantes que nunca?, ¿qué pulsión deseante puede quedar cuando pase el temblor?

No te asustes. No es que me haya ganado el pesimismo ni mucho menos, es sólo que por momentos ( muchos últimamente) tengo la sensación — y casi siempre la certeza- de que estamos yendo más en automático que nunca: hay que seguir, hay que seguir nos decimos una a la otra, ¿hacia dónde ? ¿por qué? ¿para qué? ¿con qué? . Estoy convencida de que si dejo de sentir emoción por lo que hago, me pierdo para siempre y ¡no me encontrás más eh!. Así que dejáme que me siga preguntando cosas entonces, aunque esté cansada y el futuro sea tan difuso, es al menos un escaso pero síntoma de vida, al fin.

Sigo.

Quizá la realidad nos llevó a escatimar en deseos, focalizar nuestros deseos lo más posible y EN lo más POSIBLE o probable. ¿Deseamos menos o deseamos más que antes? ¿se puede desear más eficientemente? ¿sirve de algo? la cuota justa nos haría agentes culturales realistas, si se nos va la mano ¿pasaremos a mediocres, acaso?. Me parece que hay que seguir deseando un montón y medio sin límites. Aferrarnos a lo que queda vivo.

El deseo (sexual), si es recíproco, origina un complot de dos personas que hacen frente al resto de los complots que hay en el mundo dice John Berger en Esa Belleza. Si como gestoras y gestores culturales no deseamos, ¿cómo vamos a olfatear y encontrarnos con esos otros cuerpos deseantes? los cuerpos performáticos para juntos hacer que pasen cosas, cambios… ¿Cómo vamos a generar nuestros propios complots transformadores frente a los del mundo?. Me niego a que nos abandonemos. Berguer sigue: El deseo anhela proteger al cuerpo amado de la tragedia que encarna (…) La conspiración consiste en crear juntos un espacio, un lugar de exención, necesariamente temporal, de la herida…

¿Te das cuenta?. Si dejamos de observar, de escuchar, si no estudiamos, si no seguimos stalkeando la realidad, no conocemos; si no conocemos no podemos desear una forma, una manera diferente de ser de las cosas. Si no deseamos perdemos el impulso, el nacimiento de nuestras acciones y todo queda así, caminando de manera automática y muriéndose de a poco. Se muere la creatividad y las creaciones, se mueren las experiencias y la expresión, se muere la belleza y la poética, nos morimos todos. Nosotras también. ¿Dónde crees que habita ese deseo en los agentes culturales ? ¿en el hacer, en el pensar , en el planear? Creo que en todo.

DESEO que a pesar de todo no dejemos de DESEAR — y permíteme esa abundancia, con todo lo que nos falta, un poquito no nos hace mal-.

DESEO que no dejen de latirte las venas, ni de sudarte la espalda, que el insomnio te haga sentir viva y se te pongan los pelos de punta de eso: de DESEO.

DESEO que no pierdas la fuerzas y te animes a seguir conspirando conmigo.

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